viernes, 18 de marzo de 2011

Ya quiero ser grande!

La percepción de la realidad, de las ideas que se tienen, del mundo en el que se vive, de las personas de las que se rodea, de los problemas que tarde o temprano se enfrentan, y de todo lo que, de alguna u otra manera, marca tu vida para siempre, cambia conforme el tiempo pasa, conforme la edad avanza, conforme nos hacemos grandes. La idea de una adultez futura, con trabajo, con casa, con carro y demás, es la visión que todos, cuando niños, hemos gozado soñar. La frase ‘Cuando sea grande yo seré…’ era la comidilla de todos los días, si me preguntara cuántas veces dije esa frase, realmente no podría responderme, fueron tantos sueños y algunos tan fuera de lugar, que la mayoría son incontables; pero seguro el siguiente más disparatado que el anterior.

La primera travesura de la que aún tengo conciencia fue la de malograr todas las plantas de casa, como augurando la carrera que ahora estudio y a la que pienso dedicarme por el resto de mi vida, por casualidad me encontré un saco grande de harina de trigo, y se me ocurrió la fascinante idea de meterle un par de puñados a todos los maceteros de casa, que eran muchos ya que papá desde muy chico gustó de las plantas y él sembró la mayoría de ellos. No recuerdo el castigo, pero nunca olvidaré la cara que mamá puso al ver la atrocidad que había cometido. La idea de ser bombero también se cruzó por mi cabeza, pero se extinguió cuando incendié mi cocina, episodio que ni papá ni mamá me perdonarán, eso es seguro. La de ser policía también, recuerdo que tenía una moto de plástico, que era lo suficientemente grande como para que mi hermana –que hacía las veces de copiloto– y yo pudiéramos pasearnos en ella, lo malo era que hacía mucha bulla, era moto y tenía que sonar como tal; por ello nos ganamos una infinidad de gritadas por parte de la abuela por el ruido, pero no importaba, yo emulaba al policía motorizado que llevaba a una herida –mi hermana– al hospital.

La de ser banquero también era una idea que me atraía mucho, papá trabajaba en asuntos de economía y de vez en cuando traía documentos, esos para inscripción, que preguntaban nombres, apellidos, fecha y lugar de nacimiento y demás, para llenarlos letra por letra en sus respectivos casilleros, mi hermana y yo nos entreteníamos tardes enteras en tratar de llenarlas todas, un arduo trabajo para dos enanos como nosotros. Pero hay infinidad de cosas más, por ejemplo la de ser futbolista –cosa que definitivamente nunca lograré–, la de ser astronauta –¿qué niño no ha soñado con esto?–, la de ser comerciante con un puesto gigante en el mercado San Antonio –ya que ese era el único mercado que conocía por la cercanía a casa–, la de ser profesor –intercambiábamos roles con mi hermana, un día yo alumno y otro profesor–, la de ser mecánico –sueño que perdura hasta ahora–, la de ser guitarrista –cosa que aún estoy tratando de completar–, la de ser paleontólogo –convencido luego de ver por primera vez Jurassic Park y pasarme cerca de un mes averiguando el nombre de esa profesión–.

Pero mientras uno crece los sueños se evaporan, y la realidad se va adueñando de nuestras vidas, y cosas más importantes llegan a tu cabeza, los sueños imposibles se borran y los posibles se convierten en metas, la relación con los padres cambia de manera vertiginosa, los amigos aparecen y las cosas que no les puedes contar a los padres, se las cuentas a los amigos, convirtiéndose en una parte importante de nuestras vidas. Por ejemplo las chicas, las que odie hasta los 10 años, pero luego de que la manera de verlas cambia, y en mi caso, luego de ser víctima del ‘abuso indiscriminado’ de alguna de ellas, que clandestinamente y sólo por unos instantes se convirtió en un peligro con pelo largo y cambió mi vida, me quitó mi Yo idealista y me dejó las migajas de mi futuro, un Yo realista.

La música desde el ángulo que yo lo veo es mi refugio perfecto, las dos nenas que tengo a lado a mi incondicional disposición son las que aguantan mi difícil forma de ser, aguantan mis berrinches y son mis perfectas cómplices. La formación de mi primera banda también marca un hito importante en mi vida, primero que fue uno de mis sueños cumplidos y un baluarte lleno de experiencias que durarán toda mi vida.

Cada cosa que viví cuando chico dejó una marca tan grande en mi vida que, de alguna manera, me aclaró el camino, el que ahora recorro, me ayudó a saber exactamente lo que quiero para mí, lo que espero de la vida, lo que elijo, y definitivamente lo que dejo atrás. Hasta el momento voy bien, mi vida está llena de cosas preciosas y rodeada de gente que es un tesoro, aunque aún no estoy muy grande, pero siento que el futuro me depara muchas cosas, buenas y espero no muy malas. Aún no soy grande, pero cuando lo sea, de hecho que sabré lo que exactamente quiero ser.

sábado, 12 de marzo de 2011

Triste!

La distancia es mi peor enemiga!

Y es que te extrañaré TANTO!