miércoles, 30 de julio de 2014

Morí...

Gracias por responder, y descuida, ya no me haces daño, ahora me alegra saber de ti. Todo lo que alguna vez sentí cambió para bien. Me gusta saber que aunque las cosas no se dieron de la mejor manera estamos sobreviviendo los dos, estamos siguiendo adelante y haciendo nuestras vidas como corresponde. Nos queda aún un camino largo, y nuestra vida siempre va a estar en un hilo, y en la incertidumbre de haber sido bien vivida o todo lo contrario, y esta es la misión, vivirla al máximo, y nunca arrepentirnos de nada a pesar de los errores que como humanos cometeremos.

Tres últimas cosas: La primera es que me da mucha pena tu cobardía, ¿por qué cambiaste? ¿qué pasó? y no me digas que es por tu nena, porque debería ser todo lo contrario, un hijo da la fuerza para salir adelante; me da mucha pena que ahora no seas la mujer que conocí, que la cobardía te ganó e irremediablemente te cambió. No seas cobarde, por favor, recupera en lo posible lo que es tuyo, lucha por ti, por tu nena, por tu familia que ahora tienes, las decisiones son duras y muchas de ellas nos atan, pero jamás es tarde para nada, aún con las ataduras podemos salir adelante, y quien sabe, con el tiempo, ya no son ataduras, si no que se convierten en algo que te hace feliz y te llena completamente.

Segundo, es nena!!! Mi corazón se hizo chiquito cuando me lo dijiste, es nena! Dios! Te envidio, pero de la mejor manera, eres muy bendecida, Dios demostró su infinito amor. Aún no me lo puedo creer. Como bien sabes ahora estoy muy enamorado y espero con el tiempo, y después de que nuestra relación sea bendecida por Dios podamos obtener el premio más grande de todos, la infinita bendición de ser padres, y que yo por fin tenga una nenita, tú bien sabes cuánto quiero eso. Espero que la persona con la que estás compartiendo tu vida sea la correcta, que él te merezca, tú no mereces nada menos que eso, alguien que te merezca. Tú siempre serás la bendición más grande en su vida y eso él tiene que saberlo. Y lo mínimo que tiene que hacer es hacerlas feliz. Deseo de todo corazón que seas feliz durante toda tu vida junto a la persona que has elegido como compañero. De todo corazón.

Tercero es el abrazo, será como dices, nos debemos un abrazo, nos debemos al menos eso.

Hay una frase que me rompió el corazón, es muy dura. La cito:
A veces creo que si me equivoqué tanto y fallé tanto, es porque no estuviste a mi lado, porque te alejé, te mentí una vez y de ahí el remordimiento me hizo alejarte cada vez más, tanto que cuando quise recuperarte, ya había fallado.
Sé feliz siempre Jirafa! Siempre!

PD.: No es mi último adiós.

sábado, 26 de julio de 2014

Hombres en crisis

A los treinta un hombre tiene que ya haber modelado un estilo funcional de sobrevivencia; definido una vocación utilitaria; y dejado atrás ciertos lastres que en el pasado constituían un freno, lastres que hasta los veinte quizá resultaban ser manías más o menos divertidas pero que después corren el riesgo de convertirse en defectos inmanentes, taras que le impiden a uno ser un sujeto confiable. A los treinta un hombre tiene que comenzar a administrar su tiempo con sabiduría; resolver situaciones desventajosas aplicando pragmatismo puro; y tomar decisiones en función de cierta idea más o menos consentida de provecho o bienestar.

Crecí escuchando ideas cuadriculadas como estas, o más concluyentes incluso. Ideas que me fueron implantadas como planchas de silicona. Ideas que asumí como una relativa promesa de superación, pero sin estar seguro de si encajaría en el perfil llegado el momento. ¿Lograría ser alguna vez un adulto responsable, racional? ¿Podría sentar cabeza, pisar tierra, dejar de ser volátil, sentimental?

Cuando cumplí los famosos treinta sentí pánico al ver la comodidad con que varios de mis amigos —demasiados tal vez— seguían el esquema programado. Era como si entre ellos y yo de pronto se levantara una barricada que deshacía nuestra tácita alianza generacional y ponía en evidencia que en adelante creceríamos a ritmos dispares. Por aquellos días mi único convencimiento era que los treinta eran los nuevos quince. No era que buscara perpetuar una rutina sin compromisos —aunque algo de eso había, sospecho— sino que me resistía a ignorar mis impulsos, algunos quizá autodestructivos pero endiabladamente genuinos. Lo que siguió a continuación por un buen tiempo —un tiempo que a veces me pregunto si ya concluyó— fueron las dudas, el desaliento, la ambigüedad, la dispersión creativa, la indeleble sensación de que todo desembocaba sí o sí en el fracaso.

Esa crisis masculina de los treinta existe. Existe y ha sido excelentemente retratada en el segundo libro de Francisco Ángeles (Lima, 1977), Austin, Texas, 1979, cuya tesis central se monta sobre una pregunta a boca de jarro: ¿se puede destruir una vida e intentar comenzar otra? En la novela, Pablo, el protagonista, se encuentra descaminado. Separado de Emilia, su ex esposa, halla repentino refugio al lado de una extraña. Esa vulnerabilidad lo lleva a recuperar la comunicación con su padre, quien una tarde, agobiado por no se sabe bien qué urgencias, le confiesa un episodio del pasado, de cuando él tenía treinta, un episodio con el que Pablo inesperadamente sintoniza.

Austin, Texas 1979 examina esas relaciones endebles en las que uno a veces deposita demasiada fe; relaciones que se agotan, no por falta de afecto, sino porque la vida también tiene una dimensión de la fatalidad que no se contempla; un plano gris en el que las cosas, por muy impecablemente planeadas que estén, simplemente no funcionan, o se desploman a partir de sucesos que no nos es dado controlar. “No entendía cómo podía abrirse una grieta tan fácilmente en una vida consolidada, en una vida que me había costado tanto enrumbar” (Pág. 113), dice el padre de Pablo, mientras comen hamburguesas. Una reflexión que a mi parecer sintetiza la advertencia que encierra esta novela: todas las vidas, todas, siempre están a punto de estropearse.

Renato Cisneros.
Que sabe nadie - Columna de La República.
Domingo, 01 de junio del 2014.

Siguiendo a Renato desde el 2008, en todas sus aventuras.

PD1.: Serás mi primera opción el día en que la segunda sea volver.
PD2.: Ya me estoy adaptando a tu olvido.
PD3.: Seguramente te preguntarás si te extraño. Sí, te extraño.
PD4.: Cúrame la depresión con besos. No, mejor con sexo.
PD5.: Es que, ella...
PD6.: Se buscan. Se reconocen. Se aman. Se besan. Son cicuta. Se mueren.
PD7.: Y me hablaste, yo que ya había perdido las esperanzas.
PD8.: Pregunto por ti y me responde el corazón.
PD9.: Eres increíblemente bonita. Y esto no lo digo hace mucho a alguien. Debes ser especial.
PD10.: Destrúyeme, pero no te vayas.
PD11.: Nos derriba a veces la distancia.
PD12.: Te guardo ganas, no rencor.
PD13.: A veces te quiero hasta con la ausencia.
PD14.: Escribo para que algún día aprenda a perder...
PD15.: Siempre me sospeché que acabarías acostándote con él.

domingo, 13 de julio de 2014

Recuerdo...

- Recuerdo la primera vez que te hablé por Facebook, nuestra conversación fue tan amena y tan graciosa, me sorprendí, siempre pensé que eras inteligente, pero después de algunos años sin verse la gente cambia, tú no lo hiciste.
- Recuerdo que me mostré interesado y tú nunca me creíste, pensaste que estaba bromeando, o no sé. Tuvimos que vernos para que recién puedas creerme.
- Recuerdo la vez que salía de mi facultad con un grupo de amigos y tú y tus amigas bajaban a las fotocopiadoras de educación, te vi y vi a todas tus amigas. En ese momento pensé que eras linda, pero no tenía ni la más mínima idea de lo que pasaría después. Luego tú me contaste el comentario que soltaste delante de tus amigas refiriéndote a mí.
- Recuerdo el primer ridículo que hice en la fotocopiadora que frecuentábamos, delante de buenas amigas tuyas, y que luego se convertirían también en buenas amigas mías, celándote con uno de mis mejores amigos. El comentario lo hice en voz alta, y yo no las conocía y ellas menos a mí, vergüenza absoluta, fue un lapsus, lo acepto.
- Recuerdo las veces que iba a esperarte a la fotocopiadora, fueron tantas veces que incluso mis compañeros me molestaban diciéndome que querían sacar copias en mi nuevo negocio.
- Recuerdo la primera fiesta en tu casa, el trago que se derramó en mi ropa, creo que era vino porque resulté ebrio, y lo único que puede marearme rápido es el vino.
- Recuerdo que esa noche fue la primera vez que te declaré mi amor, pero no me aceptaste, me dijiste que teníamos que conversar sobre nosotros y que tú, además, estabas herida por un amor pasado. Con la cordialidad que te caracteriza me pediste que te visite al siguiente día, sano, con ropa limpia libre de trago, y dispuesto a decirte todo lo que pienso de ti y de mí.
- Recuerdo el siguiente día, la primera frase con la que iniciaste fue: para que dos personas estén juntas necesitan tener mucho en común, apuntar hacia un mismo horizonte, tener el mismo norte. O bueno, algo así fue, la verdad que no recuerdo textualmente la frase, pero esa fue la idea. Después de eso compartimos mucho, y sí, sí teníamos mucho en común, te miraba y tu rostro se iluminaba constantemente, recuerdo que eso me emocionaba. Estaba enamorado.
- Recuerdo nuestro primer beso. Dios! Qué intenso! Un volcán y electricidad por todo el cuerpo.
- Recuerdo nuestras primeras salidas, lo bien que la pasábamos, lo mucho que hablábamos y lo mucho, de lo poco que teníamos, que compartíamos.
- Recuerdo la primera vez que te dije Principesa. Luego nos preguntábamos sobre cómo lo habíamos escrito en nuestros celulares. Bonito recuerdo. Momento intenso.
- Recuerdo que tuvimos que aprender a besarnos, y obviamente eso se aprende con práctica, solo con práctica. (Me sonrojé!).
- Recuerdo que llegó un momento de nuestra relación en el que me di cuenta que estaba loco por ti, me gustaba sentir eso, me hacías feliz.
- Recuerdo que nos costó acostumbrarnos a nuestro tamaño, tú eras un poco más grande que yo, o bueno eso parecía porque yo siempre andaba medio encorvado y tú muy derechita, y fue un poco difícil adecuarnos a ello, tú a mí porque era casi de tu tamaño y yo a ti porque eras grande. Las fiestas eran un caso muy particular, eras muchísimo más grande que yo cuando usabas tacos y todo el mundo se daba cuenta de eso. Pero igual no me importaba, en ese momento ese era un detalle, yo la pasaba excelente contigo de todas formas.
- Recuerdo todos los domingos de misa, y el compromiso casi tácito que teníamos los dos como pareja de asistir. Recuerdo que decidimos persignarnos el uno al otro como una forma de bendición al despedirnos y esperando volver a encontrarnos. Claro, al saludarnos también lo hacíamos. Recuerdo que los amigos que nos veían comentaban que estábamos locos.
- Recuerdo las veces que iba a verte a tu casa antes de ir a misa, y te esperaba en la esquina de abajo, tú salías de tu casa, me mirabas y empezabas a correr hacia mi encuentro, los dos corríamos, nos abrazábamos, nos besábamos y nos decíamos lo mucho que nos hemos extrañado, aunque nos habíamos visto el día anterior. Este recuerdo es un tesoro.
- Recuerdo los momentos bonitos frente al santísimo, los dos juntos, y los momentos difíciles también, cómo olvidarlos. Salíamos tranquilos y confiados, recuerdo que desde ahí todo era más fácil para ciertos problemas, aunque hubo otros con los que a veces ni el santísimo era suficiente.
- Recuerdo los anillos pequeñitos que nos compramos, eran de pésima calidad pero tenían un significado muy grande para los dos. Incluso los bendecimos frente al santísimo. Con el tiempo se deterioraron y dejamos de usarlos. Quedó otro anillo, el que compré la última vez que regresamos y quedamos en que iba a pedir tu mano cuando yo reciba mi bachiller, recuerdo perfectamente que el acuerdo fue en la puerta de tu casa, ahí mismo decidí que tenía que comprarlo ya, al final las cosas no se dieron, las historias de amor son así, recuerdo que ya trabajaba y me pasé casi 3 horas buscando algo bonito, algo que te guste, algo que signifique algo, lo encontré pero al final no significó nada. Tengo algunas cosas tuyas conmigo, entre ellas está ese anillo. Esto nadie lo sabía, es primicia.
- Recuerdo las noches que me quedaba contigo acompañándote a hacer tus infinitos informes de la universidad, yo sin hacer nada, simplemente sentado o echado a tu lado viéndote, yo era feliz ahí contigo.
- Recuerdo todas las veces que te preocupaste por que yo apruebe mis cursos, incluso te tomabas la infinita paciencia de tomarme un examen oral para ver cómo van mis conocimientos, contigo sentí la necesidad de terminar rápido la universidad, era un compromiso personal, y con tu ayuda lo logré, aunque tarde para nosotros, pero lo logré.
- Recuerdo a nuestros hijos de peluche. Primero fue Gomi, luego fue la Jirafa, luego el Hipopótamo; y desde ahí nosotros nos llamamos como ellos, tú la Jirafa y yo el Hipopótamo, todos nuestros amigos veían raro eso, pero no nos importaba.
- Recuerdo el mechón de pelo que tenías y que se parecía mucho al de la Jirafa. O bueno, en realidad, el mechón de ella se parecía mucho a tu mechón. Eran idénticas.
- Recuerdo todos los momentos de romance, de pasión, de palabras bonitas, de infinitos te amo, de infinitos para siempre, de todas las cosas que nos decíamos, de los susurros, de los mensajes, de las dedicatorias, de las canciones, de los videos, de los detalles, de las alegrías juntos y de todo lo que pasamos a solas. Desde que ya no te veo siempre se me quedó un cuadro en la cabeza, y a veces se me da por repetirlo, es muy bonito y espero no lo hayas olvidado, era mi pregunta: ¿Es para siempre verdad? Cuántas veces te habré hecho esa pregunta.
- Recuerdo las muchísimas trasnochadas que tuvimos juntos, haciendo diferentes cosas. Hasta que lo pensé bien no había tenido la verdadera idea de las muchas noches juntos, a pesar que al siguiente día teníamos clase o teníamos algo que hacer. Seguramente nos la pasábamos bostezando todo el día, además yo era un Hipopótamo, mi naturaleza era bostezar.
- Recuerdo que contigo aprendí a bailar, y luego de ahí a cada fiesta, reunión, discoteca u otro lugar a donde hayamos ido hemos bailado mucho, como locos, juntos, disfrutando de nosotros y de nuestro coqueteo cómplice y único. Me encantaba bailar contigo, y recuerdo bien que la gente nos veía bailar, les agradaba como bailábamos, como nos entendíamos, me gustaba que la gente murmure diciendo lo bien que bailamos, fuimos la pareja perfecta. Nunca olvidaré la última vez que lo hicimos, fuimos de pareja a una boda de unos amigos, bailamos tanto y nos divertimos tanto. Fue increíble.
- Recuerdo mis celos y tú explicándome que todo quedó atrás. Mis celos eran infundados, es decir, tiempo después, porque al comienzo sí que eran bien fundados. Peleábamos por terceras personas que, estoy seguro, ni siquiera nos recordaban.
- Recuerdo que nos leímos un libro juntos, tratando de reconstruir nuestra relación, y a parte de todo lo bonito que pasamos juntos, recuerdo claramente las ganas inmensas que teníamos de besarnos, nuestras bocas quedaban a milímetros y nos aguantábamos, nos separábamos avergonzados y seguíamos con la lectura.
- Recuerdo a nuestros amigos en común, siempre les causamos buena impresión, siempre dijeron que hacíamos una pareja perfecta y bonita, incluso algunos nos envidiaban, envidia sana -de algunos-. Esto cambió al final, todos nuestros amigos en común se pusieron en nuestra contra, creo que por todo lo que pasó, aunque recibí por los tuyos negativas inexplicables y muchas decepciones, que en su momento no entendí, pero luego, con el pasar del tiempo lo hice, y claro que les di la razón.
- Recuerdo la primera vez que te llevé a casa, y que te escondiste haciendo tu gran espectáculo delante de mis padres que estaban más abajo no más. Recuerdo que te moriste de la vergüenza. Nunca olvidaré tu carita.
- Recuerdo todas las películas que vimos, tanto en el cine como en mi casa, siempre me gustaron las películas y las repetía muchas veces. Te hice ver algunas incluso que no querías y al final terminabas llorando o conmoviéndote por la historia. Tu película favorita era Posdata Te Amo que hasta ahora sigo viendo (aunque también era El Diario de una pasión, pero no soporto verla, es demasiado), también te compartí la mía, incluso te la copié en los últimos días que nos vimos, recuerdo que lo hice en un plan esperanzador, tratando de convencerte que a pesar de lo mucho que pasamos sí se podía (aunque al final no pudimos), era Hombre de familia, mi sueño hecho película. Muy bonitos recuerdos, hasta ahora vibro al ver tu favorita, y sufro al ver la mía, parte de nuestra relación quedó impregnada en esas dos.
- Recuerdo que nunca terminamos de ver juntos La Hija del Mariachi. Yo la terminé hace poco, inevitablemente vinieron mil recuerdos. Y las canciones! Ya te imaginarás! Ojalá la hayas terminado.
- Recuerdo los ensayos a los que fuimos a vernos, a tus ensayos de tus danzas que te encantaban, y a mis ensayos con la banda y con el ministerio. Siempre fue importante tenernos ahí, aunque tal vez nunca lo dijimos, la sola presencia nos daba tranquilidad.
- Recuerdo que nos encantaban los helados con sabores raros, siempre los disfrutamos juntos, como alguna vez hace muchos años atrás te hice la invitación. Lo mismo pasó con las tortas mokas cuando tú las descubriste en el centro comercial al que íbamos con frecuencia. Momentos tan bonitos.
- Recuerdo los viajes que hicimos, a diferentes lugares, y todo lo que pasamos. Muchas cosas bonitas, llenos de detalles y también de cuadros inolvidables.
- Recuerdo todas las cartas que nos escribimos, fueron muchísimas y muchísimos detalles bellísimos en ellas. Son recuerdos muy bonitos.
- Recuerdo a tu familia, tus hermanos que me odiaban, tus padres que más o menos también y a los pocos tíos que conocí que sinceramente sentía que normal, o estaban de acuerdo o les importaba poco. Eso fue distinto en mi familia, todos los que conociste fueron muy amables contigo.
- Recuerdo todos los almuerzos que compartimos en mi casa. Luego de la universidad subíamos hambrientos a comer algo y a descansar un ratito hasta que la hora de clase de la tarde llegue.
- Recuerdo cuando saliste de la universidad y fue todo un logro y, más que todo, el empuje que yo mismo me di para terminar lo más ante posible. No lo logré tan rápido, me demoré un año más. Pero en ese año tú pasaste muchas cosas, trabajo lejos, nueva gente, nuevas compañías, nuevas realidades, te caíste también, pero estoy seguro que aprendiste mucho de las caídas. Vivimos separados y fue difícil, y, aunque suene absurdo, desde ese momento yo ya me veía poquita cosa, es complicada la relación con una persona que ya trabaja y otra que sigue en su mundo de universidad. Pasaron muchas cosas que nos separaron, lastimosamente no pudimos con eso.
- Recuerdo las peleas también, fueron muchas, algunas por cosas con sentido -en el remoto caso de que pelear tenga sentido- pero algunas cosas fueron chiquilladas. Las peleas nos alejaron mucho y en momentos bonitos. Sufrimos, la pasamos mal, incluso dudamos de nuestro amor y de nosotros. Las peleas se encargaron de hacernos pasar momentos difíciles, nos llenaron de silencios y de reclamos. Hubiera dado media vida para que no hubiésemos peleado jamás y todo ese tiempo gastado en ello, lo hubiera aprovechado disfrutándote al máximo, más si hubiera sabido que luego te perdería para siempre, al menos no hubiera tenido el remordimiento de haber perdido tiempo en esas cosas. Remordimiento de no haberte disfrutado como quería, de no haberte hecho feliz al 100%, de no haberte tenido cerca el mayor tiempo posible, cerquita, conmigo.
- Recuerdo la última vez que terminamos, o mejor dicho la penúltima, la que nos vimos después de mucho tiempo y conversamos en tu casa. No tengo recuerdos bonitos de esa noche. Nos llenamos de reclamos y, peor, de mentiras. Lo único que recuerdo es que salí muriéndome de tu casa y llegué llorando a la mía, era impotencia, era rabia, era pena.
- Recuerdo que hubieron 3 momentos importantes en mi vida en los que no te tuve, y te esperé, te esperé como no tienes idea, y me dolieron mucho. Y mi decepción fue muy grande, no por ti porque al final tú ya estabas haciendo tu vida y habías decidido dejarme atrás, apartarme de ella; la decepción fue por mí, por guardar aún la esperanza, por haberte perdido como lo hice y tener el valor de esperarte, de aguardar por ti, de rogar que llegues. Los 3 momentos fueron el salir de la universidad, al haber confirmado que todos mis cursos fueron pasados con notas aprobatorias, no te imaginas cuánto lloré en mi casa con mi mamá, en las piernas de mi mamá, ella cariñándome y llorando conmigo también, yo le decía, le aseguraba que era de felicidad, pero no era así, mi corazón sabía que no era así, era de tristeza, esperamos tanto ese momento juntos, que al estar viviéndolo solo toda mi alegría se esfumó. El segundo fue mi primer sueldo, estabas pero no estabas, no al menos como yo quería que estés. El tercero fue mi bachiller, pero esto se quedará conmigo, no quiero quedar como cursi ni hacer el ridículo, hacer aún más el ridículo. Te necesité, te esperé, hasta el último momento te esperé. Nunca llegaste. Fue mi culpa.
- Recuerdo el día que me enteré que estabas embarazada. Me morí, literalmente parte de mí murió ese día. Se murieron las pocas esperanzas que aún guardaba. Se murieron mis realidades contigo, es decir, los sueños que pensamos juntos, todo se desvaneció. Jamás hablé con nadie de esto, no tenía ni las fuerzas ni el corazón para hacerlo. En este punto dejé de ser parte de tu vida, es decir por mi parte, que por la tuya definitivamente lo deje de ser mucho antes. Y es normal, te enamoraste y todo dio su curso, y lo entiendo. Tener un hijo es una bendición y me imagino que debes estar feliz. Y me alegro, me alegro mucho, has sido bendecida, como siempre quise que lo fueras.
- Recuerdo que cuando me enteré que te embarazaste lloré mucho. Me duró mucho la tristeza, me mató. Lloré mucho.
- Recuerdo el día que te pusiste en contacto con mi hermana para que comenten sobre un asunto del que yo no estaba ni enterado, pero que tenía que ver conmigo, o bueno, al menos eso entendí. Al final no supe a ciencia cierta si yo era parte del problema, es más, no supe ni siquiera el problema mismo. Lo que sí bien recuerdo es que le hice prometer a mi hermana de que nunca más me hable de ti, jamás en su vida, a pesar de que se entere de lo que sea, que sigan o no en contacto, o no sé, lo que sea. Pero que jamás lo haga. Fui muy duro con ella, pero lo logré, jamás me volvió a hablar de ti, jamás volvimos a tocar el tema. Me decepcionaste, recuerdo que pensé que habías cambiado, me sentí muy mal, decidí dejarte atrás.
- Recuerdo el día que me enteré que te casabas. Lo esperaba, un hijo en camino es una razón más que suficiente. Y entendí perfectamente. Una cosa llevó a la otra. Te deseé lo mejor.
- Recuerdo que luego de enterarme que te casabas decidí alejarme definitivamente de los amigos que no considero como tal, es decir que están solamente para herir y para meter cizaña. Tuve hasta ese momento "amigos" que me hacían daño, y lo peor de todo, lo sabían, sabían que me herían con comentarios, preguntas fuera de lugar, bromas. Ese día se acabó todo. Mi salud mejoró mucho al alejarme de gente dañina, me quedé con buenos amigos que hacían que yo crezca, que me cuidaban, que se preocupaban por mí. Estoy seguro que yo superé todo lo que en algún momento viví gracias a ellos. Gracias a ellos estoy como estoy ahora. Fue duro, las noticias fueron duras, los tiempos fueron duros, pero eran la consecuencia de la consecuencia y lo tomaba como tal, aprendí a tomarlo como tal. Al final la tormenta ya había pasado, quedaban los rezagos nada más.
- Recuerdo el día que vi tu carta en los comentarios de El Perro Canalla, ya estabas casada. Me enfurecí como no tienes idea. Me decepcioné de ti. Acá comprobé que sí cambiaste, que no hiciste lo que siempre predicabas cuando estábamos juntos. Que te convertiste en una cobarde, yo no conocí a una cobarde. Qué decepción.
- Recuerdo el día de tu boda, estuve en el trabajo y hablé con dos grandes amigos por los que siempre voy a agradecer a Dios por tenerlos en mi vida. Me dieron la fuerza para dejarte ir, y me dijeron algo muy cierto: Si en verdad la amas déjala volar, déjala ir, déjala hacer su vida, déjala realizarse, déjala amar a su esposo y a su hijo, déjalos que sean felices, tú no seas una carga en su vida, ni en su pasado, jamás la llames, jamás le reclames, jamás te comuniques con ella, ella ya es de otra persona y ya llegó el momento de que aceptes que quedaste atrás para siempre; así tú vas a demostrar que la amaste de verdad, que tu amor no fue de cartón ni de mentiras, que tu amor, más que tuyo, es de ella, con eso tu amor va a ser para siempre de ella, lejos sí, pero ella feliz y tú seguro de que no interferiste, al dejarla ir demuestras que tú la amaste más. Y te dejé ir.
-Recuerdo que ese día fue el adiós.

A estas alturas las preguntas: ¿Aún no me ha olvidado? ¿Aún piensa en mí? ya no tienen sentido, tienen respuesta y tienen muchísimo valor sentimental, pero ya no sentido. Nuestras vidas se cruzaron pero no se unieron para siempre. Pasó mucho y vivimos mucho. Te perdoné, y esta es la prueba de ello, ahora por fin puedo hablar de ti sin sentirme mal, créeme que antes no lo podía hacer, antes todos a mi alrededor evitaban en lo posible este tema de conversación. Pero todo cambió, el tiempo lo cambió todo. Me curó.

Espero seas feliz, es más, deseo con todo mi corazón que seas feliz, si no créeme que todo lo que has pasado no va a valer la pena. Deseo de todo corazón que luches como una leona por tu felicidad. Por defender tu vida, tus principios, tu familia y ahora, que es lo más importante, tu hijo en camino.

Yo estoy bien, como te dije en mi pequeño mensaje en mi PD. estoy bien. No te preocupes por mí, ese tiempo ya pasó. Y como tú bien sabes, jamás fui una carga para ti. Nunca te llamé, nunca te reclamé, dejé que hagas tu vida, te casaste, esperas un hijo, tienes tu familia. Hiciste todo y jamás interferí. Traté en lo posible de que no sepas de mí, aunque creo que no lo logré, pero hice el intento. Te dejé ser feliz, lejos de mí, pero al final fuiste feliz.

Nuestra vida cambió, es increíble y recién ahora puedo reír y decirlo sin remordimiento. Qué placer haber compartido un poquito de tiempo con alguien como tú. Yo tampoco te olvidaré jamás. Te tendré presente toda mi vida. Posiblemente me olvide de ti, pero quedará al menos la huella de tu amor en mi corazón y recordaré tu nombre, me sacarás una sonrisa y te recordaré con mucho afecto.

Está demás decirte lo que significaste en mi vida. Ya lo sabes. Además tienes muchos 'Recuerdo...' en la parte de arriba y, por si falte aclararlo, soltaré algunas cosas más en mis acostumbradas PD's. Son muy numerosas además.

Sé feliz! Siempre sé feliz!

PD1.: Fui tan feliz contigo.
PD2.: Recuerdo que siempre me daba vértigo subir a tu cintura.
PD3.: La PD2. debería estar en la lista de arriba y no acá, acá quita espacio.
PD4.: Juré que podría vivir sin ti...
PD5.: Fallaste a la promesa de adorarnos.
PD6.: Solamente tienes toda tu vida para buscarme. Porque yo voy a estar aquí para esperarte.
PD7.: Se besaban con la intensidad de quien se pertenece, ajenos al mundo.
PD8.: Alguna vez tú y yo dijimos que no podíamos vivir sin el otro. Y yo no pude vivir sin ti, tú sí, yo no.
PD9.: Qué pena me da saber, que de este amor, ya no queda nada...
PD10.: La ridícula idea de no volver a verte.
PD11.: Cuándo fue la última vez que te besaron tanto, que dijiste mi nombre.
PD12.: Dicen que a veces solo basta un detalle para hacer estallar a un corazón...
PD13.: Porque es una lástima muy grande no decir nunca lo que uno siente.
PD14.: ¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón...
PD15.: Trasladarme a lo irreal y encontrarme con tu nombre. Eso es lo que necesito.
PD16.: Debí no haberte querido tanto, no hacerte sentir necesaria, así tal vez te hubieras quedado.
PD17.: Porque queremos ser otros y porque queremos ser nosotros mismos.
PD18.: Sin daño a terceros, por favor.
PD19.: No serás mi último adiós.