Desalentador
En realidad deberíamos usar el verbo. Me desalentaste y te desalenté. ¿O sería mejor decir que yo me desalenté por tu culpa y tú por la mía? Sí, eso suena mejor. Me desalentó tu belleza, tu enorme habilidad social, como si todas las habitaciones fueran un círculo que girara contigo como eje. Y supongo que te desalentó que yo tuviera muchos más amigos que tú, que pudiera plasmar mis palabras en papel, así, y que a veces fuera capaz de encontrarle un sentido oculto a las cosas.
La clave está en no reconocer nunca estos desequilibrios. En no dejarnos desalentar por el desaliento.
Desengañar
Me encanta la idea de que un engaño puede ser negado. Y que lo que más desengañe sean los engaños amorosos.
Disipar
Fue tu forma de decir: «Tengo algo que contarte». Sentí que la magia se evaporaba de la sala.
Disonancia
Noches en las que necesito dormir y tú no puedes. Días en los que tengo ganas de hablar y tú no. Horas en las que cualquier ruido tuyo interfiere en mi silencio. Semanas en las que flota un zumbido en el aire mientras ambos fingimos no oírlo.
Depresión
El verbo adecuado que acompaña a ese nombre es «hundirse».
Falible
Me hizo daño. Claro que me hizo daño. Pero en cierto sentido perverso me sentí aliviado de que hubieras sido tú quien hubiera metido la pata. Así debía preocuparme menos por si llegaba a hacerlo yo.
Fraudulento
¿Cada «te amo» merece un «yo también»? ¿Todos los besos merecen otro? ¿Todas las noches merecen pasarse con un amante?
Si la respuesta a cualquiera de esas preguntas es «no», ¿qué hacemos?
Hiato
—Tú decides —dijiste, con la condescendencia que aplica el infiel al engañado.
Supongo que no creo en las pequeñas rupturas. Para mí, una ruptura es una ruptura, y aunque empiece siendo pequeña tiende solo a crecer.
De manera que te dije que quería que te quedaras, aunque ya nada pudiera ser igual.
Imagen
Era uno de esos domingos perezosos. Leías el periódico y yo fregaba los cacharros del desayuno. La luz que se filtraba por la persiana hacía que tu pelo brillara de un modo cambiante con cada uno de tus movimientos. Notaste que te observaba y levantaste la mirada.
—¿Qué? —preguntaste.
—Solo me preguntaba… ¿cómo te ves?
Volviste a bajar la cabeza, luego me miraste a los ojos.
—No lo sé —dijiste—. Ni siquiera me observo de verdad. Y cuando lo hago normalmente veo aún a alguien muy joven, que peca de inmadurez, y que se pregunta qué diablos está haciendo. ¿Y tú?
Y te lo conté: pienso en una foto que me hiciste, cuando estuvimos en Montreal. Me dijiste que pegara un salto, así que en la foto mis pies no tocan el suelo. Luego te pregunté por qué habías querido que lo hiciera y me dijiste que era la única forma de que me olvidara de la expresión de la cara. Tenías razón. Salí totalmente natural, absolutamente auténtico. En mi cabeza me veo así, reaccionando de ese modo ante ti.
Idea
—Dejo la bebida —dices tú—. Ya no soporto más resacas. Esta vez va en serio.
Y yo te digo que te ayudaré. A estas alturas esto ya es casi un guión.
Juntos
Me asusta lo mucho que me cuesta recordar cómo era la vida antes de ti. Ni siquiera puedo establecer comparaciones, porque mis recuerdos de ese tiempo tienen todos la profundidad de una fotografía. Parece absurdo plantear las cosas en términos de mejor o peor. Es simplemente una cuestión de ser o ya no ser.
Opción
He ahí el dilema, ¿no? Cuando uno está soltero, existe la alegría y la tristeza de «solo yo». Y cuando se está en pareja, se pasa a la alegría y la tristeza de «solo tú».
Posteridad
Intento no pensar en ti y en mí envejeciendo juntos, sobre todo porque intento no pensar en la idea de envejecer. Ambas cosas (el paso de los años, los años juntos) son demasiado abrumadoras para planteárselas. Pero una mañana me rendí. Dormías, y te imaginé más y más mayor. El cabello gris, la piel arrugada y macilenta, la respiración jadeante. Y me descubrí pensando: si esto sigue adelante, si no se acaba, cuando muera los recuerdos que deje en ti serán mi mayor logro en esta vida. Tus recuerdos serán mi huella más duradera.
Retractarse
Me gustaría borrar al menos la mitad de los «te quiero», porque no los dije con la misma sinceridad que el resto. Me gustaría borrar el libro de fotos artísticas que te di, porque no le viste la gracia y comentaste que era basura moderna. Me gustaría borrar haberte dicho que tenías las emociones de un zombi. Me gustaría borrar el día que te dije «cielo» delante de tu hermana y reaccionaste como si le hubiera enseñado fotos de los dos haciendo el amor. Me gustaría borrar la escena en que rompí un vaso estando enfadado, porque el vaso era bonito y la discusión habría terminado de todos modos. Me gustaría borrar ese momento en que hicimos el amor en un coche de alquiler, no porque me sienta mal por los que lo alquilaron después sino porque resultó tremendamente incómodo. Me gustaría borrar la confianza que deposité en ti cuando estuviste en Austin. Me gustaría borrar ese día en que te califiqué de «genio», porque fue una muestra de sarcasmo y lo que debería haber dicho es que me estabas haciendo daño. Me gustaría borrar todos los secretos que te conté, para poder decidir si te los cuento o no de nuevo. Me gustaría borrar la parte de mí que llevas dentro, a ver si la echo de menos de verdad. Me gustaría borrar al menos la mitad de los «te quiero», porque así me sentiría más a salvo.
Sostén
No quiero ser el fuerte, pero tampoco quiero ser el débil. ¿Por qué siempre da la impresión de que hay que ser uno u otro? Cuando nos abrazamos, siempre hay uno que aprieta con un poco más de fuerza.
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Lo más jodidamente exquisito de A de amor de David Levithan. Los que la han leído entenderán. Y los que no, pues queda extremadamente recomendable.
PD1.: Quiero que seas tú quien me ame.
Quiero ser yo quien te ame.
PD2.: En el núcleo de la melancolía está la firme creencia de que todo puede ser perfecto.
PD3.: Vanidad. El error consiste en creer que puede existir un antídoto contra la incertidumbre.
PD4.: Imagino que me has salvado la vida. Y luego me pregunto si solo me lo estoy imaginando.
PD5.: Hay millones y millones de personas que han pasado por esto antes:
¿por qué nadie puede darme un buen consejo?
PD6.: Hemos caído a través de la superficie del deseo y nos hallamos hundidos en los abismos de la necesidad.
PD7.: No me quieres tanto como yo a ti. No me quieres tanto como yo a ti. No me quieres tanto como yo a ti.
PD8.: Si no existiera una palabra para designarlo, ¿seríamos tan conscientes de nuestro masoquismo?
PD9.: Sobrevaloras mi conciencia.
PD10.: Nos hace falta cuento.
PD11.: Al final de una película francesa, el amante canta: «Ámame menos, pero ámame durante mucho tiempo».
PD12.: La realidad es la peor mentira de todas.
PD13.: No es amor es síndrome de Estocolmo.
PD14.: Hacíamos el amor como dos músicos.
PD15.: No te vayas, ausente, no te vayas...
PD16.: Un consejo para cuando se enamoren: no lo hagan.
PD17.: Solo en la mentira y en la ficción puede vivirse plenamente.
PD18.: Mentir y desmentir.
PD19.: Las mentiras felices.