Hay algo profundamente humano en el modo en que hablamos cuando dudamos. En ese borde donde el verbo se curva y el pensamiento no se atreve a afirmar del todo, aparece el subjuntivo, esa región del lenguaje donde lo posible y lo imposible se dan la mano.
“El modo en el que hablan los más inteligentes”, decía el título del video. Pero no se trata de hablar “mejor”, sino de hablar con profundidad, de entender que cada frase en subjuntivo abre un espacio alterno, un universo hipotético donde el pensamiento ensaya realidades antes de que el cuerpo las viva.
Un pensamiento básico —decía la voz del video— no quiere andar por caminos oscuros ni arenas movedizas; necesita certezas, no probabilidades. Pero las mentes que imaginan, las que se permiten tambalear, saben que la lucidez no está en la afirmación sino en la duda.
El subjuntivo es el tiempo verbal de la conciencia expandida. Permite sostener la irrealidad sin negarla, contemplar la ausencia sin clausurarla. Es, como alguien dijo, la nostalgia de lo que nunca sucedió.
En español, esa riqueza se vuelve casi metafísica. La filosofía del ser y el estar, la fragilidad del “quizás”, la magia de un “si fuera”… Todo eso nos recuerda que el pensamiento no siempre busca la verdad, a veces solo quiere explorar los bordes de lo posible.
Y hay una coincidencia tan poética como reveladora: en nuestra lengua, creer y crear comparten la misma forma en la primera persona. Yo creo. La fe y la invención se confunden, como si el lenguaje mismo supiera que imaginar es una forma de construir realidad.
Neruda dijo que los españoles se llevaron el oro, pero dejaron el idioma. Quizás no sabía que en ese gesto de pérdida se escondía un legado aún más poderoso: una lengua que enseña a pensar desde la incertidumbre.
Porque hablar en subjuntivo no es indecisión: es la forma más sofisticada de resistencia frente al dogma, frente a lo que se da por hecho. Es, en última instancia, una manera de seguir imaginando.
¿Y si la verdadera inteligencia no estuviera en lo que afirmamos, sino en lo que todavía somos capaces de dudar?
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