jueves, 2 de octubre de 2025

El presente que no llega

Paradoja posmoderna:

el presente es tan inmediato que no llega a suceder.

Vivimos en la fricción constante del ahora, en una sucesión de instantes que se disuelven antes de ser memoria.
No hay espera, solo actualización.
No hay contemplación, solo notificación.
Cada estímulo reclama presencia, y en esa avalancha el tiempo se achata: ya no fluye, parpadea.

El presente dejó de ser un lugar donde estar; es un flujo que nos arrastra.
La inmediatez promete conexión, pero produce ausencia: estamos en todas partes y en ninguna, mirando cómo las cosas pasan sin que realmente pasen por nosotros.

Tal vez la verdadera subversión hoy no sea acelerar, sino recuperar la lentitud del presente, darle peso al segundo, espesor al instante.
Porque un presente sin duración no es tiempo: es eco.

¿Y si lo que llamamos “vivir el momento” no fuera otra cosa que perderlo sin darnos cuenta?

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