miércoles, 18 de septiembre de 2013

A corazonadas.

Definir la amistad en palabras simples siempre se me hace complicado, el hecho de poder lograr una amistad incluso es complicado, todos tenemos siempre un pequeño estándar mental de lo que buscamos cuando entablamos una amistad, y en algunos casos, como en el mio por ejemplo, pues tenemos una larga lista de estereotipos -exigentes sí, aunque algo huachafos- de lo que un amigo tiene que tener, de lo que tiene que gozar.

Tiempos en donde los insectos eran nuestros amigos.
A mis 26 años debo de decir que a mis verdaderos amigos los puedo contar con una mano. Desde pequeño mi caracter careció de la capacidad para lograr amigos, siempre fui muy reservado, callado, nada sociable. Y agradezco a los pocos amigos que aún conservo de ese tiempo, ya que gracias a ellos la amistad inició, ellos fueron los que hicieron el primer contacto y logramos ser grandes amigos, y claro que han pasado mi pesada selección, lastimosamente los que no pasaron ahora ya no son mis amigos, (odio decirlo, pero a algunos que encuentro en la calle de casualidad, no es que no los vea, siendo ésta mi excusa más barata y más utilizada, es que en realidad no quiero hablarles simplemente, eso debe darles al menos una idea de que ya no hay amistad, perdonen la arrogancia).

Dardos.
Mi pre-adolescencia y adolescencia fue muy espectacular, la viví a intensidad a cada segundo de mi vida, creo además que ya tenía buenos amigos con los que compartí de todo, incluso mis inseguridades, que eran muchas. Conservo un gran amigo de ese tiempo, y siempre lo recordaré como tal, alegre, reilón, mis padres lo adoraban por su sencilléz y humildad, serio cuando algo iba mal, y honesto y responsable, él ahora está a punto de ser veterinario -recuerdo que desde pequeño le apasionaron los animales y, aunque él no lo quiera aceptar, creo que su álter ego es un animal, fácil un perro o una lagartija, ello explica esa fijación a su carrera- y de lejos, estoy seguro de ello, será un buen profesional. Tampoco olvidaré todas las tardes de juego eternas, jugábamos de todo, una tarde éramos porteros profesionales, jugabamos media hora, y las siguientes dos horas estábamos rogándole a la vecina para que nos devuelva la pelota que por accidente llegó a su granja; otros días éramos exploradores y cabeza de safaris, nos entreteníamos tanto buscando animales extraños en el corralón que teníamos a nuestra disposición frente de mi casa, y que muy sabiamente los grandes nos heredaron -entre ellos mi hermana, mi cuñado y los hermanos y primos de mi cuñado- que nos superaban por 5 o 7 años y que por obvias razones ya no podían estar acompañandos en nuestras pequeñas aventuras de juguete, era perfecto encontrar algún insecto grande, con el que jugabamos toda la tarde y lo liberábamos con la esperanza de volver a encontrarlo la siguiente tarde. También hay recuerdos gratos del gran corralón, éste se había convertido en nuestro cubil, en nuestro refugio, recuerdo que había un pequeño cuarto hecho de madera en donde clausuramos la puerta principal con un semejante tablon casi imposible de mover, y nuestro único acceso al cuarto era por una especie de ventana a 30 cm del suelo por el que sólo un niño de 13 años podía entrar, con el tablón que clausuraba la puerta también logramos una excelente vista periférica de todo nuestro territorio, hicimos un hueco en el techo perfecto para esos propósitos. Recuerdo también que en ese tiempo tenía un enorme ejercito de soldaditos de juguete, carros, barcos, caballos y demás cosas inimaginables; la construcción de la ciudadela y carreteras fue dura, pero lo logramos, y lo más importante, teníamos un enorme charco al fondo del corralón, que hacía las veces de nuestro lago, teníamos el puerto instalado y los barcos flotando. Fueron días espectaculares. Que lastimosamente se fueron perdiéndo conforme crecíamos. Las últimas reuniones de las que aún tengo recuerdo fueron cuando hicimos un par de fogatas, cuando recién nuestros padres no dejaban salir pasadas las 8 de la noche. Buenos recuerdos, buenos amigos.

En años de secundaría mi círculo de amistad cambió un poco, y aunque conocí a mucha gente, mi círculo real seguía siendo reducido, y como en ese tiempo las espectativas estaban en cambio, ahí los principales problemas eran las mujeres, recuerdo bien que perdí buenos amigos por problemas de faldas, y luego, de conocer realmente a las personas, decidí que alejarme fue lo mejor que pude haber hecho. Pero en esta etapa fue la que encontré los mejores amigos de los que nunca me alejé, hasta el día de hoy. Ponerme a contar todo lo que he vivido sería llenar mi blog con recuerdos que son tesoro. Creo yo que los mejores amigos se encuentran en esta etapa, en donde creces y decides no cambiar nunca, y en donde tus amigos te valoran por ello, por cómo eres, por cómo vas formando tu carácter, y por todas tus locas metas futuras. Definitivamente ésta es mi etapa favorita.


Desconfío de las personas que entrar a la universidad y encuentran a sus 'amigos del alma', creo sinceramente que eso es imposible. De grandes somos muy complicados como para poder congeniar fácilmente con otras personas. Particularmente yo pasé por momentos difíciles en la universidad, ya era una persona muy especial cuando entré y logré pocos amigos sinceros dentro, es más creo que ninguno. Por ello, con conocimiento de causa digo que es imposible. Salir de la universidad y dejar atrás todo eso fue lo mejor que pude haber hecho.

Nota mental final, lo principal en una amistad es el apoyo, no los reclamos, ni las descalificaciones, lo principal es el apoyo, en todo momento, en cualquier circunstancia, a cualquier hora. Ojalá sea buen amigo, y si no lo soy, ojalá alguien alguna vez pueda decírmelo, para mejorar.
Gato encañadino.

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