lunes, 17 de agosto de 2009

Caminar...

Cuando somos pequeños generalmente nos creamos una idea ilusa del mundo, de las personas que nos rodean, de cómo marcha el tiempo, de tu personalidad, de quién realmente está bajo tu cama, de cuántos fantasmas se esconden en tu ropero, de cuándo podrás besar a alguien, no importa cómo sea el beso, no importa si es chico o grandote y apasionado, solamente que sea un beso, y como ésta, muchas otras; cuando va pasando el tiempo, y tus sentidos se van agudizando, tus prioridades van tomando un sentido lógico, tus anhelos se van aclarando y tus miedos cobran fuerza, te vas dando cuenta que todo en lo que algún día creíste se esfumó, se evaporó, uno por uno desaparece conforme el tiempo pasa, uno por uno se despedaza conforme el mundo abre más nuestros ojos, conforme el mundo nos convence que no estamos hechos para algunas cosas, que no estamos preparados para enfrentar la vida de la mejor manera, que estamos solos...

Para empezar, de niño pensé que el mundo era pequeñísimo, diminuto, un pedacito de tierra de 100x100 -una cuadra- ya que más lejos no me dejaban ir, y que dentro de ese reducido mundo entraba un puñado de gente, toda la gente que hasta ese momento era importante para mí, toda la gente que tenía en mi lista vip de allegados más queridos, toda la gente que supuestamente iba a ver por el resto de mi vida, y eran pocos, muy pocos, bastaban en ese entonces mis padres, mi hermana y uno que otro tío que me malacostumbraba contínuamente a sus ostentosos regalos. Cuando crecí el mundo se hizo muchísimo más grande, de lo diminuto e insignificante que era, pasó a ser un inmenso pedazo de problemas, de recuerdos, de cuadros, de estaciones, de sueños rotos, de desastres, de sonrisas, de llanto, de amistad, y de dulces obsenidades, con un 90% de gente agradable y un 10% de gente anticuada y simplona. Ese porcentaje ha ido cambiando con el paso de los años, y de una forma patética e irremediable, tanto así que ahora es todo, 'todo' lo contrario.

En ese trance también pensaba mucho en la gente que estaba cerca mío, pensaba en mi incapacidad de entender a los que me rodeaban, recuerdo mucho a mi padre que hacía cosas muy interesantes como llenar enormes papeles blancos con escritos de color azul y un lapicero muy gastado por el uso; recuerdo a mi mamá siempre elegante con una cartera que no dejaba ni para ir al baño y siempre preocupada por sus enemigos naturales, la comida y el tiempo; recuerdo a mi hermana con sus preciosos moñitos a los lados y con sus gestos tiernos cuando alguien le hablaba. Todo eso cambió mucho, pero no ellos, ellos nunca cambiarán, el único que cambió fui yo, cómo quisiera darle más tiempo a mi padre e interesarme realmente por las cosas que hace; cómo quisiera ver a mi madre un solo día que no se preocupe por el tiempo y la comida, un solo día estoy seguro que sería suficiente; y como disfruto ver sonreir a mi hermana, como me emociono cuando veo dibujada una sonrisa en su carita de niña; cómo quisiera sentirlos cerca de mi siempre.

El tiempo, en mi precoz niñez, fue un ente totalmente desconocido, recuerdo siempre haber estado atento a mi hermana, ella era la que se grababa los cumpleaños de todos y me avisaba: 'Mañana es el cumpleaños de la mamá', 'Mañana es el día del padre', etc. Una ventaja grande que ella tenía era que ya sabía leer la hora en el reloj grandote que teníamos en el cuarto principal, a parte, sabía de memoria todos los meses del año, y eso, para cualquier niño de 5 a 7 años era una proeza palpable. Cuando crecí, todo cambió, primero a la mala me hicieron aprender a leer la hora en el ya nombrado reloj, los meses del año los aprendí como por arte de magia y desde entonces todo se acabó para mí, y supongo que este trauma es para todos, cuando la pasas bien el tiempo se va rapidísimo, sin sentirlo, se va como un simple suspiro, como un soplo de viento, como un momento feliz; pero cuando la paso horrible, cuando sufro, cuando lloro por todos los rincones de mi casa el tiempo es mi peor enemigo, mi más acogedora compañía, mi tortura, mi arma con una sola bala.

Mi personalidad de niño era estandar, me preocupaba solamente por quedar bien con mis padres, que obviamente en ese tiempo eran lo más preciado que tenía cerca, aunque para ser un poco más sincero, más lo hacía por el temor a una reprimenda fuerte o un castigo inevitable; eran buenos tiempos, era el clásico niño bueno, flojo en los estudios, pero vivaz y juguetón. Comparando a lo que soy era no tengo nada de lo que era antaño, aunque tal vez si, lo único que queda es lo flojo en los estudios, lo demás irremediablemente desapareció.

¿Quién realmente vive bajo mi cama? sinceramente esto nunca lo sabré, de niño nunca me atreví, menos lo voy a hacer ahora, que mi miedo es prolífero y contundente, imposible, no quiero llevarme sorpresas desagradables, mejor ahi no más, yo vivo encima de ella y los que viven abajo, pues que lo sigan haciendo, no tengo problemas en compartir la parte oscura de mi cama.

¿Fantasmas? esta palabra si me es repulsiva, me escalofría, me altera, lo bueno es que no tengo ropero, ya que pienso que en el mejor lugar en el que podría habitar un ser de esa naturaleza es en ese, no hay otro posible, aunque tal vez podría ser también en el escondrijo que tengo bajo la escalera de mi casa, pero es más improbable, sigo con el ropero, sólo hay uno en casa, y ese es el que está en el cuarto principal, supongo que será dificil lidiar con ellos, mejor que están lejos de mi cuarto.

Sólo un beso quiero, sólo un beso recuerdo siempre, sólo un beso cálido y tierno, sólo un beso vive en mi cabeza, sólo uno...

PD.: Post largo, por fin...
Exámenes malditos! son mi perdición...
Saldré victorioso, estoy seguro de ello...
¡Cómo te extrañé!
TE AMO!

1 comentario:

Carlos calderón -kalo- dijo...

Buen post Miki, tamare como quisiera escribir así, pero bueno ya escribiré algo así... de mi niñez lo dudo, pero sí como no me he despedido, como es que se extraña las viejas amistades, y que obviamente no tienen comparación ni reemplazo. Espero que te encuentres bien en todos los sentidos... cuidate... fuerza con los exámenes.