Este 19 o 20 de marzo, según la latitud, se celebrará el
equinoccio de primavera o equinoccio vernal en el hemisferio norte y el
equinoccio de otoño en el hemisferio sur. Esta fiesta astronómica y
antes religiosa marcará el más temprano ingreso de la primavera en
relación al calendario desde 1896. El punto exacto del equinoccio, en el
que el sol cruza el ecuador celeste de sur a norte, ocurrirá a las 4:30
horas del 20 marzo, tiempo universal. La variación del punto equinoccial tiene
que ver con que el calendario gregoriano tiene años de 365 días y 366 en
años bisiestos (como este año), mientras que la duración exacta del año
es de 365.242 días.
En el equinoccio (aequs nox: noche igual) el día
--en casi todo el mundo, salvo en los polos-- dura casi exactamente
igual que la noche y la salida del sol se alinea exactamente con el este
y la puesta del sol con el oeste. El equinoccio es el más preciso
marcador del tiempo en la naturaleza y nos sitúa en un punto de
equilibrio o ecuanimidad que es, como todo en este mundo, fugitivo, ya
que no se mantendrá así y pronto el hemisferio norte se bañará de luz,
avanzando hacia el esplendor de la naturaleza en el verano, mientras que
en el sur es el inicio de la muerte cíclica de la naturaleza. La órbita
de la Tierra yace inclinada en un eje de 23 grados y medios, esto hace
que los equinoccios sean los puntos de equilibrio después de los cuales
el hemisferio norte y el hemisferio sur cambian lugares para recibir la
luz del Sol de manera más directa.
Astrológicamente
el equinoccio marca también el ingreso al signo de Aries, el año nuevo
en la astrología occidental, el signo de fuego regido por Marte en el
cual el Sol tiene su exaltación, y en el cual se celebra la renovación y
revitalización de la naturaleza a través del incremento de la luz que
insemina la tierra. Esto es solamente desde la perspectiva de la
división zodiacal que mantiene la astrología, ya que debido a la
precesión, el equinoccio ocurre contra el telón de fondo de las
estrellas de Piscis (la astrología, sin embargo, sólo utiliza la
precesión para medir los grandes años o eras mundiales). La primavera es
el tiempo en el que despierta de su letargo la naturaleza con el vigor
del Sol, las flores empiezan a crecer, los pájaros a cantar y en general
la siembra se vuelve fértil, avanzando hacia la gran cosecha del
verano. En la alquimia, tradicionalmente en primavera se recoge el rocío
con el cual se fabrican los elixires y medicinas espagíricas, bajo la
noción de que el rocío vehicula el espíritu universal, una esencia
celeste que se logra captar a través de la sales de la Tierra, siendo en
sí misma una especie de gota alquímica --un orbe microcósmico-- en su
estado de potencia pura. Generalmente el rocío se recoge a la mitad de
la primavera --bajo el estímulo de Tauro, un signo de tierra--, pero
pueden haber variaciones en esta práctica.
Históricamente el equinoccio vernal es una de las grandes fiestas
religiosas (ahora paganas), celebrado por las más diversas culturas.
Muchas de las antiguas religiones tienen un carácter de astro-teología,
ligando sus historias de creación y sus dioses con planetas y
movimientos siderales. Es por ello que, por ejemplo, este día es el año
nuevo persa (hoy Irán), o Nowruz,
una festividad que data de tiempos de los zoroastros, lo cual hace
sentido ya que ésta era una religión de la luz, profetas de fuego, y hoy
es justamente un día regido por el fuego de Aries, el carnero, que
ignita el año con su acción enérgica.
La Pascua, según estableció el Primer Concilio de Nicea,
originalmente se celebraba el primer domingo después de la primera luna
llena posterior al 21 de marzo o ese mismo 21 de marzo si fuera luna
llena. Esto sugiere un sincretismo religioso entre la figura de Cristo y
las religiones mistéricas, ligado a la fertilidad y a la adoración del
Sol (Cristo siendo una clara manifestación del Sol, con similitudes con
Mitra, la divinidad persa de la luz) . En su lectura Great Solar Symbol of the Messiah,
Hall traza algunos paralelos entre Jesucristo y el Sol. Dice que de
igual manera que el Sol une a la Tierra con el cielo, y une también a la
materia con el espíritu, operando como un máximo pontífice, también
Jesucristo sirve a este mismo rol. Las imágenes de los reyes y santos
con coronas y halos, sabemos, son extensiones solares, que muestran la
identidad entre el poder solar y el poder terrestre. De la misma manera
que el Sol alza a los hombres "con sus rayos que terminan con manos,
llevándolos hacia la luz", Jesucristo también alza a las almas hacia el
Padre. El Sol es, al igual que Jesucristo, el símbolo de la restauración
de la vida y la promesa de la eternidad. En la primavera este símbolo
encuentra el fulgor para llevar la semilla al fruto.
pijama SURF
PD1.: Me están desterrando poco a poco.
PD2.: El amor es extraño. ¿Cómo puede algo tan maravilloso venir acompañado de tanto dolor?
PD3.: Porque también hay personas que son causa y consecuencia.
PD4.: Una mente ocupada no extraña a nadie.
PD5.: Encuentra lo que amas y deja que te mate.
PD6.: La sonrisa es una verdadera fuerza vital, la única capaz de mover lo inconmovible.
PD7.: Sí, no soy ejemplo a seguir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario