martes, 30 de junio de 2009
A un día!
lunes, 29 de junio de 2009
Se acerca el infierno!
Cuidate Marilyn, donde quiera que estés!
Cansado, cansadísimo!
domingo, 28 de junio de 2009
viernes, 26 de junio de 2009
Por ti muero!
para que tú no vengas
ni yo pueda ir.
Pero yo iré
aunque un sol de alacranes me coma la sien.
Pero tú vendrás
con la lengua quemada por la lluvia de sal.
El día no quiere venir
para que tú no vengas
ni yo pueda ir.
Pero yo iré
entregando a los sapos mi mordido clavel.
Pero tú vendrás
por las turbias cloacas de la oscuridad.
Ni la noche ni el día quieren venir
para que por ti muera
y tú mueras por mí.
Federico García Lorca.
jueves, 25 de junio de 2009
Día trajinadísimo!
En el formateo pactado, y dando, poco a poco, forma a nuestro proyecto emprendido. Apuros importantes, quehaceres, corriendo de un lado a otro y demás. Día intenso.
Por la tarde ensayo con Reincidentes RockBlues, por fin hay propias para estrenar, la próxima tocada que suponemos será en en el CaxaRock 8 las presentaremos. Emoción, y como comenté, el veredicto final lo da el ensayo en sala. Ahí se vé y se escucha el potencial y lo versatil que puede llegar a ser una canción. Hay talento, falta apoyo.
martes, 23 de junio de 2009
domingo, 21 de junio de 2009
jueves, 18 de junio de 2009
Secreto en la montaña
ACTUALIZACIÓN: En pleno 2024 esta película ya no me hace ruido, ¿acaso son signos claros de deconstrucción? La verdad, no me sorprendería. Visualmente, esta película es una joya.
martes, 16 de junio de 2009
Feliz cumpleaños a mí!
Fue un día excelente, un día espectacular. Y por fin se rompió la maldición, 16 ya no es cliché de desgracia, como los años pasados. Esto es algo no, algún avance.
lunes, 15 de junio de 2009
Agárrate fuerte a mí
Por otro lado, cuando eres tú el que propone distanciarse, te vas a la cama con la negra sensación de haberle hecho pedazos el corazón a otra persona, y eso puede ser peor. No más triste, pero sí más agotador. Si llorar porque te dejan desgasta, ver que alguien llora por una decisión tuya desgasta el doble: la pena y el remordimiento son demasiado pesados, y por lo general la gente no tiene el temperamento suficiente como para ponérselos al hombro.
Cuando ven sufrir al novio o la novia, muchos flaquean y –en el colmo de la cobardía– prefieren oxigenar artificialmente una relación agonizante cuyo final es irreversible. Es como querer resucitar a un muerto. Es un esfuerzo inútil, que se realiza por compasión, por culpa, por no querer asumir el contrasuelazo de una dura realidad: hay veces en que tu felicidad y libertad emocionales dependen –muy lamentablemente– de un dolor ajeno. O eres tú o es el otro. Suena pésimo, ¿pero acaso no es así?
Hay un tercer caso: tal vez el más común (y el más patético). Se produce cuando tú quieres dar por terminado el vínculo, quieres romper, pero no te animas a plantearlo. Algún trauma enquistado en tu biografía te impide tomar al toro por los cuernos. Te da remordimiento. Pasan los días y no ‘encuentras’ (no quieres encontrar) el momento de iniciar la conversación definitiva. Entonces optas, quizá inconscientemente, por la salida más retorcida: inducir a tu pareja –a punta de señales necias y gestos ruines– a que sea ella (o él) quien ponga los puntos sobre las íes y acelere ese trámite que tú –cabrazo– no te atreves a finiquitar. En buen español: paseas y aburres a tu novia(o) con la ramplona finalidad de que sea ella (él) quien te expectore.
Sea de la manera que sea, toda separación supone un desapego que puede ser traumático. Y es que cuando encuentras a un ser humano que te gusta, te eriza, te entretiene, te cuida, te complementa, te inspira, desarrollas de modo irracional un indómito sentido de la pertenencia. Y para que eso ocurra no tienen que transcurrir años de años: bastan unos cuantos meses para que ese sentimiento nazca, se reproduzca, crezca y se expanda.
Sientes que la pareja es tuya, como tuyos son tus brazos, tuyo tu auto, tuya tu mascota, tuya tu alma, tuya tu almohada, tuyo tu riñón. Tanto te convences de esa posesión que también cedes tu individualidad para congraciarte y ser propiedad sentimental de tu novia(o).
Sin darse cuenta, los enamorados convierten el amor en un zapato ortopédico, una prótesis sin la cual no pueden caminar (o por lo menos eso les gusta creer). Por eso para los chicos enamorados separarse duele lo mismo que una amputación: sienten que les están arrancando una vértebra, que le están extirpando las tripas, cuando simplemente están regresando a su estado original: la soledad.
Quizá es de toda esa confusión de donde nace el impulso que lleva a la gente a ponderar categorías tan discutibles y volátiles como “LA mujer de MI Vida” o “EL hombre de MI vida”. Joder. Qué estupidez. No sé ustedes, pero a estas alturas yo ya me convencí de que la única persona de MI vida soy yo mismo. Contra lo que podría parecer, esa no es la conclusión de un treintañero amargado, sino la filosofía práctica de quien prefiere que su estabilidad anímica dependa lo menos posible de terceros.
Aún así soy consciente de que separarse es doloroso. Básicamente porque implica empezar desde cero, y porque te sientes obligado a aceptar que eres totalmente prescindible para alguien que aún es necesario para ti.
En los últimos días he vivido algo de todo esto. Una chica a la que quiero mucho (digamos que se llama CT) me pidió no vernos más. Algo que hice o dije o escribí (o las tres cosas juntas) la había decepcionado.
Era tal su abatimiento que verme y saber de mí le resultaba más triste y dañino que no verme. Mientras conversábamos en un café (las relaciones humanas suelen acabar en un café), cobijé una certeza horrible: el único remedio para su consternación era mi invisibilidad. Entendí que, para que ella se salvara, yo tenía que mimetizarme con el aire y desintegrarme. Para que ella estuviera bien, para que retomara la conducción de su vida, era imprescindible que yo desapareciera, que me tragara la tierra por un buen tiempo.
Me odié cuando vi en sus ojos el pedido de un adiós involuntario, pero urgente. Me odié, entre otras cosas, porque alguna vez yo estuve en su lugar y le disparé esa misma mirada tirante –mitad desprecio, mitad amor– a una chica que me había desollado el corazón. Me odié por parecerme tanto a ese tipo de persona destemplada e insensible que siempre aborrecí, y en la que juré nunca convertirme.
La vida te da lecciones duras. Cuando produces en otro el avinagrado efecto que antes alguien produjo en ti prolongas una odiosa cadena que tiene infinitos eslabones. Ahora sé que solamente cuando CT le destruya el corazón a un tercero, recién ahí, mi culpa interna se aliviará un poco. Y tal vez solo desaparezca del todo el día remoto en que ese tercero haga añicos los sueños amorosos de otra mujer.
El dolor –como el calor de una antorcha que se pasa de mano en mano– se logra alejar de ti, pero con una martirizante lentitud. No desaparece de golpe, se esfuma.
También por estos días me he cruzado con una ex novia. La vi una noche, en un local público. Nos saludamos con normalidad y sostuvimos una charla amable: falsete, pero amable. Sin embargo, cuando regresaba a mi casa en el auto, manejando a lo largo de avenidas vacías, no podía dejar de recordar el día en que nos separamos, hace más de una década atrás.
Hasta ahora no puedo creer todo lo que chillé. Un bebé recién nacido hubiera parecido un monje tibetano al lado mío.
Lloré lo que no había llorado nunca antes. Parecía una fuente de lágrimas. Si alguien me cargaba y me ponía en medio de una plaza, hubiera sido una perfecta catarata ornamental.
Al día siguiente de la ruptura, las cuencas de mis ojos no estaban moradas, sino verdes de tan irritadas. Parecía un mapache castigado. Un zorrillo famélico y sin hogar.
Lo peor es que atravesaba la edad del masoquismo más ciego, o sea, lloraba con sadismo, relamiendo mis heridas como un gato techero y trastornado. Me encerraba en mi cuarto, apagaba la luz, enchufaba el minicomponente (nótese la reliquia tecnológica) y –al son de los temas más almibarados y suicidas de esa dupla de cabriolas llamada Air Supply– me practicaba imaginarios chuzos en las venas de las muñecas.
Ahí, postrado voluntariamente en la cama, barritaba de desolación. Lo raro –lo tremendamente raro– es que algo dentro de mí disfrutaba de todo eso.
Por esos días llegó a mis manos un librito de cuentos de Alfredo Bryce Echenique. En lugar de tomar ansiolíticos que me ecualizaran el ánimo (o barbitúricos que me lo aniquilaran de cuajo), me sumergí en la lectura de ese libro para ver si la Literatura hacía algo por mí (ya que yo no hacía nada por ella).
Y fue en esas páginas donde encontré, inesperadamente, la manera de olvidarme un poco de la novia que me había dejado el autoestima en cuidados intensivos.
Uno de los cuentos de Bryce se titulaba ‘Una mano en las cuerdas’, y su protagonista era Manolo, un adolescente que vivía enamorado de Cecilia, una niña a la que espiaba diariamente en la piscina del Country Club de Lima.
En un momento de la historia, cuando Manolo le confiesa a un amigo que no puede quitarse a Cecilia de la cabeza, que el recuerdo de ella lo persigue día y noche sin misericordia, el amigo –exasperado– le lanza un consejo torpe pero absolutamente genial: “Imagínatela cagando”.
Ja.
No podría asegurarle a los lectores del blog que esa sea la mejor técnica para olvidar a una mujer, pero tampoco pongo en tela de juicio la eficacia del método. Es que es cierto. Pensar en la chica de tus sueños en pleno ejercicio excretorio (su rostro enrojecido por el arduo esfuerzo de la evacuación; las venitas del cuello a punto de explotar; los gemidos callados a que la pujanza obliga; la apestosa delicadeza de su pequeña deposición) puede acabar con la pasión más porfiada.
Si profanas su memoria angelical y te la imaginas en esos aprietos intestinales, el amor se te va, literalmente, a la mierda.
Creo que fue ahí cuando colegí que era mejor reírse de las penas de amor en vez de arrastrarlas cual si fuesen las chirriantes cadenas de un alma en pena condenada a morar imperecederamente en el purgatorio.
Pero el humor también se toma sus días. Y mientras llega para consolarte, te sientes un poco a la intemperie, un poco en desamparo, como si a tu casa le hubieran retirado el techo y las paredes y hubieses quedado a merced de las lluvias más copiosas. Todo es un charco lodoso cuando alguien se va de tu lado.
Y la escena final es asquereosa: tú llorando sobre su hombro, atragantándote con tu propio llanto, y ella palmoteándote la espalda, como si fueras un niño al que hay que apapachar porque está deprimido. Puaj.
Necesitaba escribir esto.
CT, una chica a la que quiero mucho, me ha pedido que desaparezca, lo que equivale a pedirme que me muera un poquito, que renuncie a mis impulsos. Que deje de ser yo.
Para que ella viva, tengo que morir. Qué vaina.
Supongo que de eso se trataba todo.
Busco novia.
22 de agosto del 2008
Temo a los lapsos largos de tiempo!
viernes, 12 de junio de 2009
Te extrañaremos abuelita!
Pequeño post, dedicado a ti Julita, a una personita muy especial que alumbró nuestras vidas por casi un mes, y que ahora con su partida nos deja un vacío grande e irremplazable. Por ti abuelita linda!
miércoles, 10 de junio de 2009
Nunca sabré...
nunca sabré qué tanto es querer,
nunca sabré si el cielo es tu presencia,
nunca sabré...¿qué es tristeza?
Un beso será...sin definición.
un beso será...no lo sabré,
un beso será...¿qué será el placer?
un beso será...será y será.
Tanto...es cantidad
querer...es felicidad
felicidad se busca
se busca...pero no se encuentra.
Tu presencia esta cerca,
estas cerca y te veo lejos,
te veo, pero sólo te oigo,
te oigo y sólo te beso.
Tristeza ya me encuentras,
tristeza ya me dejas,
tristeza, ¿y tu alegría?,
alegría, ¿tú también me buscas?
Tomado de:
El codo del paradero.
Carlos Calderón. - Kalo.
martes, 9 de junio de 2009
Busqueda...
Me centraré en un recuerdo, y es el del colegio, encontré fotos, encontré cuadernos, encontré notas y todas de alguna manera me llevan a repasar los 5 excelentes años que viví en esa institución, algo perversa y esclavista, pero al final satisfactoria, muy satisfactoria. Hace poco hablé algo de esta etapa, pero fue corta, y además fue solamente de unos pocos, de mis mejores patas, de la mesa cuadrada como solemos llamarla, pero no es suficiente, y digo esto porque cuando me refiero a los años de colegio, todos, absolutamente todos tiene un lugar específico, algunos más importantes que otros claro, pero todos al final tienen su lugar. Todos fuimos tan diferentes, casi todos teníamos una mentalidad totalmente distinta, y aunque eramos unos perfectos chibolos inconsientes e inmaduros, poco a poco ibamos formando nuestra personalidad con cada cosa que vivíamos. Todos creo siempre hemos tenido algo que decir, todos hemos tenido nuestras propias ideas, todos hemos tenido alguna opinión, alguna acotación, algún reclamo o no sé, pero nunca nadie se animó a decirlo, nunca nadie se animó a exteriorizarlo, nunca nadie se animó ni siquiera a levantar la mano. Y es extraño, pues al recordar ahora, tenía cosas para decirle a todos, uno por uno, pero la timidéz siempre estuvo ahi. El 5to año fue el mejor a mi parecer, porque ahi de alguna manera empezamos a exteriorizar lo que todos teníamos dentro, empezamos a elegir las cosas que queríamos para el futuro, empezamos a tomar un camino, el cual nos llevaría a concretar nuestras metas de alguna manera u otra, empezamos a ser nosotros, no a aparentar para lograr ser el mejor, no, sino a ser lo que éramos, a mostrar lo que éramos y con ello a afianzar amistades duraderas y verdaderas. En este año decidí, y ahora me jacto de no haberme equivocado, con quién iba a mantener comunicación, reduciendo el número a tres amigos incondicionales: Vico, Perry y Kalo. Ellos y hasta ahora me acompañan, no sé si muy a su pesar, pero ahi están, y los valoro, valoro sus palabras, su compañía en los momentos dificiles, aunque sea por una pantalla sobrecalentada por el uso, valoro sus bromas, valoro la amistad transparente que compartimos.
Pero los demás, dónde quedaron. Trataré de hablar de algunos, y tal vez soy injusto porque no nombraré a los que se quedaron en el escabroso camino. Para esto, pacharacamente me ayudaré de mi ya envejecida casaca de promoción, ahí están los nombres de todos.
San Marcelino Champagnat.
Promoción XVIII - 20003 (¿recuerdan la casaca?, sale con este garrafal error)
''Rvdo. Padre Luis Rebaza Neyra.'' - 5to ''A''
Abanto, chancón el muchacho, hoy estudiante de Economía en la nacional, buen pata. El gato, una sorpresa andante, cambió mucho al dejar el colegio, y lo hizo para bien. Bob esponja, el colado, a este lo nombro porque siempre era el punto de joda, muy memorables esos tiempos. Kalo, qué más puedo decir de ti Kalo -y es pregunta directa-. Pato, él y su respetable naríz hablan por si solos. Carnero, el papá de la promo, estudiante de Contabilidad en la nacional, algún tiempo un muy buen alumno, pero lastimosamente las cosas cambian. El piti, un gran pata, hoy estudiante de Educación en la nacional, su banda habla por él. Pishpillo, lo último que supe de él es que ya es un flamante papá, estudiante de derecho en una universidad privada, saludos a la distancia. Negro, o Pedófilo -para que lo reconozcan rápido- un excelente pata, con el que no hemos perdido comunicación. La caca, futuro veterinario salido de la nacional y músico, músico desde que hablé con él, hasta ahora. Perry, el gran pendejo de todos los pendejos... qué más puedo hablar de él. Vico, ya no hay palabras para este careperro. El chino, futuro Ing Industrial, aún conservamos una amistad.
Ellos tal vez son todos, y hay algunos más a quién considero, pero no tengo qué decir de ellos, por eso no pongo nada. Gracias muchachos, y aunque las gracias tendría que darle a nuestros padres por permitir compartir cinco años juntos, lleno de alegrías, sorpresas, enojos, juegos, burlas, y tantas cojudeces que hicimos juntos. Gracias.
martes, 2 de junio de 2009
Personas...
lunes, 1 de junio de 2009
Inicio...
He pasado los 500 POST, y debería estar salvajemente feliz, debería jactarme de las 500 cojudeces que he puesto en este blog, debería celebrar de la mejor manera que sé hacerlo, debería no hacer nada y cerrar por fin todo esto, romper todas las páginas abiertas de mi vida, dejar atras sueños inconclusos e inútiles, enterrar recuerdos ya olvidados, desfigurar cuadros almacenados en mi desdicha, y por fin, luego de todo eso, recontruir lo que soy yo, lo que con esfuerzo y tolerancia he tratado de lograr, recontruir mi vida entera, recontruir mi resorte y darme cuenta que el culpable soy yo, que el único culpable es mi carácter, que lo único que he ganado en esta vida es la única idea de que alguien más me quiere, luego, no es nada mío.
Pero qué debería repetir: Es mi culpa o Ellos no son los culpables. Mejor que tal si ensayo otra frase, algo como 'Nadie es culpable, sólo queda perdonar -me- y seguir... y seguir... y seguir...'. Ya está construida, ahora sólo falta creer que son capáz de hacer eso, sólo creer... solo...
Hay cosas muy lindas y muy verdaderas, pero esas son las más difíciles de llevar...
Mi estómago esta enojado...
Mi orgullo está herido...
A mi paciencia no la encuentro...
Mis ojos están abiertos sin mirar...
Mis uñas están cortas...
Mi corazón -el ilusorio- siente, y ese es su resorte...
Hay cosas que se deben hacer...
Hay cosas que decir, pensando en un resumen...